sábado, 7 de mayo de 2011

Bellini tocó a las ocho

Por Joaquín Fernández Moreno

Comenzó a las ocho en punto. Una lección de maestría musical y puntualidad para el comienzo de un concierto de lujo, que humildemente ofreció el pianista italiano Luciano Bellini, en el Salón Solemne de La Periquera, en programa sugerido por Harold Ricardo, director de la Sinfónica de Holguín, y que incluyó y disfrutó el sonido de la tierra, el agua y el mar.

Público mayoritariamente joven. Hay un pacto con los endemoniados equipos de audio instalados fuera, en el comienzo mismo de las Romerías de Mayo. Se impuso a tiempo el silencio.
Bellini es dueño de cada tecla del piano, aunque en un intermedio expresa cierta inquietud sobre el sonido de la “técnica”, un inmenso instrumento de cola.

Acomete a L. Berio, preludios de Nino Rotta, autor de célebres bandas sonoras en películas como El Padrino, de Coppola. Apenas se inmuta, sirve en bandeja fina La Sonata 1 de A. Berg, especie de difícil puente entre la vieja tradición pianística y la música nueva.

Abanicos y aplausos tras cada pieza, hasta en Mediterráneo, “que expresa el dolor al partir la persona querida”, del propio compositor y director de orquesta. Como solista, su repertorio abarca desde Villa Rojo, Clementi, Baggiani, D’Amico, Petrassi, hasta Theodorakis, piezas sinfónicas y para ceremonias fúnebres.

Actualmente es titular de la Nueva Filarmónica Italiana y alterna con funciones en otras instituciones europeas, orientales y latinoamericanas.

Al final, Riccercari, la tradición inglesa. Escuchas atentos, el artista agradece cada aplauso. Bellini ayuda a elevar al hombre. ¡Cuánta música, en quién sabe qué tiempo, nos queda por oír! Por el momento, gracias Bellini.

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