miércoles, 26 de mayo de 2010

La Guerrilla se va y Esperanza llora

Por Carlos Melián Moreno

La Guerrilla de Teatreros, de Granma, trajo más invitados que cualquier otra provincia del país; no obstante, dentro del desglose de la cuenta "Romerías”, quizá su presencia aquí sea la más económica, la que más desinfla el presupuesto. El Comité Organizador de este evento los tiene como monedita de oro, los de más con menos; representan una alternativa para el futuro.

Esperanza, la señora que los acoge, dijo que iba a llorar allí; en el frente y la azotea de su casa armaron las tiendas de campaña donde duermen. Esperanza es la madre de Yasser, y Yasser es actor del grupo Trébol Teatro y vicepresidente de Artes escénicas de la AHS de Holguín. Los muchachos cocinan, descargan el baño, limpian la ducha, se portan bien, o casi bien, como es de esperar de unos sujetos que han decidido ponerse a cantar y actuar, y no hacer algo más provechoso para la familia. Este sábado cuando todo termine, los muchachos se irán, así que la señora les anunció que se iba antes de que despertaran.

“No me pidan nada, abran el frío, la casa es de ustedes”, les dijo Esperanza.

De madrugada, cuando las Romerías recesan, ellos llegan, bajan el zipper de la tienda y caen rendidos o con insomnio, con los zapatos puestos o sin ellos, en un caldo que huele a nicotina, a pies y a comida. Por las mañanas se cepillan los dientes en el patio, y gracias a unos vecinos que les dan café y les prestan la ducha, la cola para el baño es menos fastidiosa. Fuman un solo cigarro entre todos, o hasta donde alcance y duran poco los paquetes de galletas.

Es en la Avenida de los Álamos, cualquiera puede ir allí y mirar un poco, claro, sin acercarse tanto para no romper la magia. La Guerrilla, desde hace 19 años hace lo mismo, acampar donde más plano esté, se especializan en lugares de difícil acceso, la Sierra Maestra, El Escambray, en zonas de silencio donde escasean las visitas de alguna misión artística de cualquier tipo. Eso los particulariza, trabajan para los campesinos, pero sin provocar dolores de producción.

Llegan a los pueblos, montan sus tiendas de campaña, y representan lo mismo una obra de payasos que un guateque o una proyección de películas. Un colaborador por las noches hace números de magia, y por el día da consultas de ginecología, charlas sobre prevención de enfermedades venéreas y planificación familiar, dijo Ariel Hernández, director artístico del conjunto.

El proyecto nació en la ciudad de Bayamo durante la crisis económica de los noventa- cuenta René Reyes Blázquez, su director, y la idea inicial fue hacer arte para los campesinos, pero viviendo y trasladándonos en condiciones de campaña, para ahorrar recursos. “Inopia”, sin embargo, diversifica ese alcance. Actualmente la guerrilla ha asumido una actitud menos ortodoxa, con espectáculos tanto para un público de ciudad, como de las montañas.

Sus invitados y compañeros de campamento son los NEGRONS y Zero, el jueves por la mañana intervinieron junto a ellos en una de los extremos del parque Calixto García. Los NEGRONS cantan un hip hop melódico y también reggae, y los Zero hacen música country, tipo Carlos Varela. Estos dos proyectos son similares en su manera de concebir las letras, cuentan historias desarrolladas en segunda y tercera personas, con personajes antihéroes que se las pasan en las esquinas, tomando ron, con malas fachas y malas juntamentas.

En el parque Calixto García los muchachos hicieron lo que les dio su reverenda gana. A la manera de Julio Cortazar o happening. En el piso, se pusieron algunos harapos como mendigos, y sin guión previo, comenzaron a recitar, a hacer malabares; colocaron fotografías, cantaron acostados, como si superaran una borrachera. Una canción, por ejemplo, era sobre los guapos en Yateras.

Casi al final, se pusieron cursis cantando a Varela. Posiblemente fue cuando se tocó fondo, y olvidaron que había un público que los observaba, todo muy espontáneo, la gente pasaba, se detenía, reía, todos tenían narices de payasos, y en efecto en estos tiempos eso es una payasada, pero una payasada que ganó pronto mucho público, que escuchó de paso buenos poemas (recitaban de un libro de Poesía Universal) y se llevó a casa una impresión menos pulcra y más cutre sobre la poesía.

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