martes, 18 de mayo de 2010

Brownstone y su pasión por el arte

Por Esther Díaz y Gabdiel Silva

El arte ayuda a cambiar nuestra realidad. Con esa idea, vino a la fiesta del arte joven Gilbert Brownstone, un norteamericano residente en Francia, con pasaporte suizo, pero cubano de corazón que ahora nos regala la oportunidad de ver, por primera vez en nuestro país, obras de Pablo Picasso.

Gilbert fue de los primeros en llegar a las Romerías, con los originales (29 “retratos imaginarios”) de edición limitada y numerada del pintor español, parte de la donación que realizara recientemente al Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba.

El destacado promotor cultural llegó por primera vez a Cuba en el 2001, “en busca de vínculos con las artes plásticas y otras manifestaciones. Y con apoyo del Ministerio de Cultura creamos en el Centro de la Danza una sala para la proyección de filmes relacionados con las artes escénicas”.

Un año antes había creado la Fundación Brownstone, que comenzó con un proyecto educativo en Guatemala, “donde pocas personas saben leer y escribir. Allí donamos bibliotecas móviles para el desarrollo de campañas educativas y ampliar el acceso a la cultura”, nos cuenta.

Su pasión artística comienza en 1969 cuando asume la curaduría del Museo de Arte Moderno de París; luego fue director del Museo Picasso, también en la Ciudad Luz. Actualmente preside la Fundación Brownstone y, por su contribución a nuestra cultura, mereció la Medalla de la Amistad, otorgada por el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), cincuentenaria institución a la que las Romerías dedican su XVII edición.

“Cuba es el único país que conozco que hace tanto por la cultura y por su pueblo, a pesar de la falta de recursos. En otras partes, eso no existe. Los cubanos nos invitan a esta aventura que, para nosotros, es un regalo.

“En los sistemas privados la cultura es un privilegio para los ricos. En Europa es inimaginable pensar que podemos ver a Carlos Acosta (primera figura del Ballet Nacional de Cuba) por tres pesos en moneda nacional. En otras partes del mundo, el precio de las entradas es muy alto. Aquí hay cultura para todos”, dice, y de sus palabras es fácil deducir porque escogió esta isla para legar tan importante patrimonio.

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